viernes, 26 de abril de 2013

Las apariencias engañan.

No se debe juzgar un libro por su portada, ¿no?, al menos eso es lo que nos han inculcado desde siempre, pero la realidad es bien distinta.
La apariencia, la forma de vestir, los piercings, los tatuajes, el color y corte del pelo, todo influye a la hora de que la gente juzgue a las personas, pero ¿tiene que ver el exterior con lo que es la persona en sí?. 
Ahora bien, diréis, 'pero para encontrar un trabajo, de cara al público por ejemplo, tienes que tener una determinada presencia', pero ¿quién determina la presencia 'correcta'?. La sociedad ha determinado que es lo que es 'correcto', pero, sinceramente, ¿importa el atuendo para demostrar lo válido que es una persona para desempeñar un trabajo?.
No sólo el trabajo, si no la forma en la que se trata a las personas, tachándolas de 'perroflautas' 'marranos' y demás palabrerías sin sentido.
Lo curioso de todo esto es que los que más daño han hecho en la sociedad tienen la apariencia 'correcta' y aceptada por la gran mayoría.

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